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Salsa de tomate

7,50

La de toda la vida, la que preparaban nuestras abuelas para conservar los excesos de la cosecha de tomates del verano y poder tomarlos en invierno. Elaborada con tomates rosa de uno de nuestros productores, el tito Fernando, de Sanlúcar la Mayor, en Sevilla, macerados con un chorreón de vino tinto natural de Castellón, de Celler Tomás Torres, un “ataillo” de hierbas aromáticas de nuestro cultivo bio, ajo morado, sal de Isla Cristina y pimienta. La cocinamos a fuego lento y durante largo tiempo para exprimir todo el sabor de tan maravilloso ingredientes. Además sin azúcar, pues el aporte dulce se lo da la cebolla.

Como base de sofrito para cualquier guiso o para calentarla ligeramente en una sartén y alegrar desde un plato de pasta hasta un huevo frito con patatas. Eso sí, tened siempre preparados el pan de masa madre al lado para rebañar como es debido.

Una vez abierta, conservar en frío entre 2º y 8ºC.

  • Ingredientes Tomate rosa, ajo morado, vino tinto natural Terrícola, atadillo de hierbas aromáticas, sal y pimienta
  • Consumo preferente 60-90 días
  • Cantidad 300gr.

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Descripción

NUESTRO TALLER DE ELABORACIÓN

La alimentación honesta y sostenible es una de nuestras grandes pasiones. Por ello desarrollamos una línea de conservas naturales elaboradas a base de ingredientes locales y ecológicos, que nos permitan disfrutarlos atemporalmente: compotas, fermentados, salsas, postres, chutneys… preparados mediante una cocina con recetas propias y sencillas, con el fin de dar el protagonismo a la rica materia prima.

Ésta se merece unas manos que la trabajen con respeto y eso es lo que hacemos en nuestro taller de producción. Para ello cocinamos nuestra salsa de tomate a fuego bajo y muy lentamente, extrayendo así todo el jugo de cada ingrediente. Es una cocción prolongada que requiere paciencia, mucho mimo y atención. Finalmente envasamos uno a uno cada bote, a cucharón y los cerramos al vacío empleando el método de Appert.

Así podemos disfrutar de una rica salsa de tomate en invierno pero con toda la frescura y sabor propios de su temporada: la cosecha de verano. Lo que nos enseña, una vez más, que nada que salga de la tierra tiene desperdicio.

 

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